El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

viernes, 15 de julio de 2016

EL MÁS GRANDE DE LOS DESAFÍOS.




-No alcanzo a responder - dijeron las palabras -, pues son tantas las dificultades con las que se enfrenta el ser humano, que cada vez que me inclino por una, aparece otra nueva que la despoja de valor. He meditado mucho tiempo la pregunta, pero aún no se cual es el reto más difícil al que se enfrenta el ser para su verdadera realización. Existen tantos seres como estrellas en el mar, como gotas de agua en el océano. Todos tan parecidos cuando se juntan, tan diferentes cuando se separan. Cada uno surgiendo a un tiempo bajo circunstancias distintas, propiciando destinos diferentes, quizás predeterminados por otros que los precedieron.


Unos son trabajadores, otros pensadores, otros organizadores, y otros dirigen el mundo. No todos los seres tienen las mismas cualidades, los mismos recursos ni el mismo poder para enfrentarse con los desafíos. ¿Se puede entonces comparar a un rey con un vasallo en la grandeza o en la bajeza de sus acciones, en el éxito o en el fracaso de sus desafíos?


Y el sentir se reveló:


El rey y el vasallo lucharán en la misma guerra. Por mucho que el primero la declare y el segundo la decida, ante el desafío de la guerra los dos serán igual de importantes. No habría pueblo en lucha sin rey que defender, ni rey que lo fuera sin pueblo al que representar. Mas sobrevivir a la guerra - como a cualquier otro avatar de la vida - supondrá para ambos un desafío mayor, pues antes de vencer a su enemigo habrán de vencer sus propios miedos, sus dudas, sus inseguridades. Habrán de vencerse a sí mismos y será la primera y más dura batalla que librarán. Sin ganarla, la guerra estará perdida.

Sólo dominándose a uno mismo se puede dominar a otros. Sin dominarse a uno mismo pronto por otros se es dominado.

Sin dominio no hay control, y sin éste, fracasa la realización.

El dominio de las emociones que juegan con el carácter es determinante para afrontar cualquier desafío, cualquier empresa, cualquier decisión. Porque el dominio personal es aplomo y seguridad y forja la personalidad deseada.












  

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