El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

jueves, 16 de abril de 2015

LOS MENSAJEROS.






- Como fruto de la perseverancia en la lucha por descubrir al ser propio y auténtico, surgió en mí la consciencia del encanto de mis palabras y la persuasión de su sentimiento, ávido de ser entregado a las generaciones para que de él se nutran. Pero quizás me equivoque si busco entre el éxito y el poder a los portadores de mi mensaje - sugirió el discípulo al maestro.

- ¿Es tu última duda? ¿ Temes fracasar?


-Nunca dejaré de dudar y el temor no me es ajeno. La duda y el miedo corren juntos de la mano. Los asumo igual que la voluntad de proseguir mi cometido, aquel para el que fui disciplinado hasta asentar sus raíces en mi corazón.

- Entonces, presta atención a mis palabras - le dijo el maestro:

- No te ayudarán los hombres de éxito y de poder, temerosos de perder un ápice. No sacrificarán nada por ti. Son conscientes de que ambos dones son pasajeros caprichosos del tiempo. Llegan y se van en cualquier estación de la vida, por lo que no quieren perder la suya.

El éxito y el poder supeditan la personalidad a una conducta egoísta, negada al desprendimiento personal y a la colaboración desinteresada. Lo que tú ofreces son verdades intemporales que no se pueden poseer, sino disfrutar en la consecución de una vida por ellas alumbrada. 
El hombre de éxito se nutre de éxito, nada más; y languidece cuando éste le abandona. No admira lo que llega de otro si no sirve para su realce personal, para reafirmar su vanidad y su egocentrismo. Y teme que la sombra de otro tape su imagen artificiosa.
El poderoso utiliza su fuerza para abrirse paso entre los más débiles, situándose delante y marcando el rumbo a seguir; pero evitará siempre sentir el peso del yugo que carga sobre todos, dejando que sean otros quienes derrochen sus fuerzas tirando del carro de la vida. Su poder radica en conservar la fuerza mientras otros derrochan la suya. Serás un estorbo a sus propósitos. Sólo traición te espera a su lado.

Tus palabras están destinadas a quienes necesitan de su consuelo y esperanza. En los más débiles, en los pobres desheredados de la tierra encuentra sentido la verdad de tus sentimientos. Son sus auténticos portadores, pues a ellos va destinado el mensaje. Todo lo que se siente propio es defendido con ahínco. Lo que se recibe sin contrapartidas, sin concesiones previas, es carga ligera que se lleva con agrado. 
Y son legión; nadie podrá corromperlos y nada detendrá su entusiasmo por progresar una vez puestos en marcha. Si te rodeas de ellos, puede que con el tiempo no se recuerde tu nombre, pero tu mensaje quedará grabado en la eternidad de las generaciones.






   

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