El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

jueves, 23 de octubre de 2014

AMOR EN LA RED.









Ella no recordaba como le había encontrado. Quizá fue una foto, o el título del "post" relacionado lo que llamó su atención. Él le mandó después una invitación de amistad tras decenas de "likes", de "me gusta" en sus publicaciones en la red social que compartían. Mas, para conseguir al fin su amistad, habría de enviarle un mensaje privado preguntando cuál era su miedo, si acaso en algo le infundía desconfianza, o si no era lo suficientemente buena para ella su amistad como para responder positivamente a su invitación. Ella contestó que sí, que no tenía de qué desconfiar y que deseaba que la promesa de amistad que él le había confesado creciera fuerte en el tiempo. Así comenzó una relación que ambos jamás habrían podido imaginar. 

Él componía artículos de carácter existencial y filosófico que publicaba en la red. Se había hecho escritor a fuerza de estar ahí en todo momento, compartiendo cada uno de sus sentimientos hechos textos. La falta de empleo remunerado sólo posibilitaba un mayor tiempo de ocio, el cual había pretendido llenar de algún modo positivo con su afición favorita. Y aunque aquella nueva actividad no le reportaba beneficio económico alguno, le había salvado quizás de la locura, pues era un hombre dado al pensamiento, una cualidad que antes le había conducido a la melancolía y la depresión. Entretenía de aquel modo el avispero en que se había convertido su espíritu desde que cayera en paro laboral por última vez. Tenía dos hijos jóvenes que aún dependían de él y una esposa amantísima y fiel que le quería de verdad, pero su horizonte se había oscurecido de repente adentrándose en la noche más larga para dejarle como un ciego, sin un rayo de luz que condujese sus pasos y sin una mano segura de la que sujetarse para caminar.
Obtuvo su salvación transformando sentimientos en palabras, descifrando ideas intangibles de su mente que le impedían identificarse con sus creencias para ser lo que pretendía, y buscando con sus composiciones la respuesta en los demás, consiguió descubrirse a sí mismo y saber de sus iniciativas para poner en marcha la salida del pozo oscuro donde se encontraba.

Fue entonces cuando ella le conoció de nuevo. Eran muchos los años de separación, pero una relación como la que mantuvieron juntos era difícil de olvidar; difícil por dolorosa y quizá equivocada.
Cuando la amaba, ella encontró en él algo más que un reducto de ternura en su soledad, necesitada no sólo de amor. Era una mujer que buscaba poner orden y rumbo a una vida que no acababa de despegar, lastrada por la separación de sus padres y la última derrota amorosa.
Sin embargo, era un joven alocado al que le venía demasiado grande el ritmo de vida que le propiciaba su profesión, que se encontraba en el momento más crítico de una ruptura societaria provocada por la última crisis en el sector, y de la que saldría seriamente perjudicado.
Sería para él la primera relación adulta, con la que casi perdería la cabeza de no haber sido por un golpe inesperado del destino. Quería entonces a alguien a su lado para no sentirse solo en la batalla necesaria que se mostraba perdida de antemano, alguien que le ayudara a mitigar su dolor; y creyó en ella porque siempre la había amado, desde la primera vez que compartieron juntos un momento de intimidad.
Pero ella entonces no le amaba. Aparte de buen amigo nunca le había considerado un hombre a la altura de sus expectativas, demasiado joven e inexperto para sus deseos. Se sentía sola y abandonada y atravesaba una situación económica complicada por la separación de sus padres, por eso pensó que si su relación no servía para sacarla del aprieto, al menos podría motivar que quien la había dejado en la estacada volviera a fijarse en ella.

Ahora, esperaba impaciente que aparecieran las notificaciones de publicación de él para leerlas, para devorarlas, pues se sentía totalmente identificada. Abría su muro, siempre con la intención de encontrarlo, de poder enlazar y chatearse.
Utilizaba un perfil simulado, ficticio en la red, evitando fotografías y con un nombre artístico; sabía que aún no la había reconocido a pesar del tiempo que llevaban relacionándose, hablando desde el chat. 
Precisamente era eso lo que había provocado que esta vez se enamorase de él hasta un límite insospechado, algo que, como él en su momento, no había sido capaz de controlar y con lo que estaba apunto de romper de nuevo por no poder sostener más su infidelidad, su falta de sinceridad.
Para él era otra amiga en la red, aunque la reconocía como algo más dado el carácter de confianza que llegó a adquirir su relación. Hablaban de la ciudad que ambos se decían conocer bien, de otros tiempos que disfrutaron en ella; de sus aficiones y también de sus miedos, de lo que ahora más les importaba y por lo que luchaban y sufrían. Todo por lo que ella, cada día, hacía lo imposible para que él la correspondiese con un poco de su tiempo.
Él lo hacía con amabilidad, soportando con paciencia sus momentos más bajos, dejando que le contara las cosas; sus pequeñas cosas que decía la hacían sufrir y sentirse una mujer confundida y abandonada en el amor, un amor que sentía equivocado y vacío.
Estaba casada y no tenía hijos. Quizás algo que había ayudado a consumir demasiado pronto una relación sentimental con un hombre frío y narcisista, pendiente de su posición, de su imagen y sus deseos por encima de todo; que aunque desde el principio le aportó una seguridad de estabilidad económica, nunca llegó a ser lo suficientemente sensible y apasionado como ella esperaba, y a la vez demasiado débil fuera de la relación matrimonial en la que se mostraba conservador y autoritario, lo que había chocado de lleno desde el principio con el carácter "esnob" de ella, dado a seguir corrientes y tendencias . Un hombre que, para conseguirlo, debió emplear sus armas de mujer utilizando para ello a la persona a quien ahora amaba con todas sus fuerzas y que creía que nunca debió abandonar.

Le había pedido conocerla mejor, que le mandara alguna foto por el chat, incluso quedar para tomar algo por las calles de su vieja ciudad; eso sí, como buenos amigos nada más. Ella siempre le ponía alguna escusa para evitar que al final la reconociera, estaba convencida que de hacerlo él rompería de inmediato la relación. 
No, lo suyo de antaño no había salido bien y terminó de la peor de las maneras posibles. Ella le había abandonado. 
Pretendió no hacerle daño ocultándole primero la auténtica razón, pero le hizo sufrir en la incomprensión hasta confesar la verdad y romper definitivamente su corazón: no le quería - le dijo-. Quería a otro. Había sido su soledad y la necesidad de sentirse apoyada en un momento difícil de su vida lo que la condujo a dejarse llevar en su relación sentimental. Intentó en vano explicarle que no quería perderle como amigo, que para ella era alguien muy especial. Él lo tomó con resignación pero no aceptó como contrapartida su amistad, no podía estar a su lado a partir de aquel momento de otro modo distinto a como la había amado, sin la parte de cómplice intimidad entre los dos.
Ella no admitió aquella forma de cerrar una relación que a todas luces resultaba haber sido interesada, e insegura aún de su otro amor intentó recuperar su amistad, lo que la condujo a otra traición. Quedaron para ir juntos al teatro, pero le abandonó en medio de la función aduciendo un compromiso inesperado. Le dijo que se verían de nuevo, después de la función. La esperó hasta el ridículo en el bar donde decidieron reencontrarse. Pasadas casi dos horas tuvo que irse pues echaban el cierre. Se sentó en un banco en la plaza hasta que la vio aparecer por una esquina. La discusión saltó al primer encuentro y él la pego en la cara hasta que sació su ira. Un viandante que por allí pasaba le recriminó su acción, a lo que le contestó acalorado que se metiera en sus asuntos. Aquello logró que las cosas no pasaran a otro nivel. Dejó que se fuera. No sólo sabía que la había perdido para siempre, comprendía que acababa de perderse a sí mismo, de hundir su alma en el fondo más absoluto.
Por todo ello, cuando ahora él le había solicitado una vídeo-llamada a través del chat insistiendo en conocerla más, ella no contestó.
Pocos días después fue incapaz de encontrar su perfil en la red; había desaparecido como un fantasma y él no comprendía por qué.









sábado, 18 de octubre de 2014

CONFIDENCIAS DESDE LA RED: ELEGIR DESTINO.






Se que camino solo, y aunque le quite la tilde a la palabra, quiere decir en soledad, nada más: solamente uno.
No existen más contradicciones que las que uno mismo se quiera plantear cuando se corre una carrera en solitario. Una carrera necesaria por impuesta como vital, existencial, donde la victoria se encuentra en la perseverancia, tan fácil de debilitar con los desengaños de las esperanzas puestas en el silencio de quienes me contemplan.
Escribir, sin pretenderlo, se ha convertido para mí en necesidad imperiosa, imprescindible de supervivencia. He apostado por ello como si hubiese decidido ser otra cosa, panadero tal vez, aún sabiendo que hay más panaderos que escritores. Nadie come de ideas sino de pan, por eso no anima saber que por lo elegido, el trabajo impuesto, no soy recompensado.
Soy tan pobre que sólo tengo un pequeño horno al cubierto de las inclemencias, nada más, donde cuezo las ideas que me alimentan y que siempre comparto.
-"De perdidos panaderos"- decía mi padre -, escribir sigue siendo "pasar hambre"; hambre de ser, de valer a los demás, de tener sentido con el resto y ser respetado por eso mismo.
Pero el escritor debe elegir, como cualquier otro destino, ser o no ser; y yo he decidido ser. No importa lo grande o pequeño si consigo seguir siéndolo, la carrera aún no ha terminado.


-"Todo el mundo tiene un sino" - me insistió siempre mi padre -. Y  aunque tardé tiempo en reconocer la llamada del mío, se que creció dentro de mí y le habló al alma desde mi despertar de niño para hacerme soñar despierto. Ahora vivo en un sueño hecho realidad y creo cumplir un destino, que como todos, ya estaba escrito antes de nacer.







lunes, 13 de octubre de 2014

NUEVO. III








Nunca imaginó que un mundo así pudiera existir. Mas, ahora comprendía, porqué su vida había formado parte de un sueño sin sobresaltos, de una existencia
casi perfecta en la que resultaba fácil dejarse llevar. Observó la enorme brecha que se abría entre la obediencia y la voluntad cuando ésta era forzada; cómo la infelicidad y 
la angustia de la insatisfacción se apoderaban de la consciencia para dar forma a una existencia difícil de soportar.

Aquella gigantesca caverna artificial donde habitaba, excavada bajo las rocas del subsuelo luna, se abría en forma de panal de acero y albergaba una población mixta de humanos y androides confinados en celdas individuales en sus periodos de reposo y de sueño inducido; el resto del tiempo lo empleaban derrochando sus fuerzas en la extracción de minerales estratégicos, trabajo peligroso en el que los accidentes se producían muy a menudo debido a la inexperiencia de los humanos destinados a aquel cometido.


Primero llegaron los robots y los androides programados para su manejo y crearon las condiciones para un mundo habitable en la luna, después se produjo la primera migración humana masiva al satélite con objeto de su colonización, para la que fue fundamental la gran población carcelaria, que sería la primera expuesta a los problemas derivados de la adaptación al nuevo medio. Los ascensores espaciales construidos desde la tierra hicieron posible el transporte de todo tipo de componentes y mercancías de una forma rápida y efectiva. La Luna albergó en pocas décadas numerosas cúpulas habitables en toda su geografía, y una sociedad nueva floreció en su superficie al tiempo que se excavaba su interior y se creaba otra paralela, de la cual él había pasado a formar parte.

Casi la totalidad de la población reclusa lo era por motivos relacionados con su tiempo de ocio y el consumo de drogas no regulado, y habían desarrollado patologías psicológicas agresivas con el sistema. 

Imperaba la paz gracias a la erradicación del hambre, principal causa de las guerras en el planeta. Las nuevas técnicas de manipulación genética y biología molecular habían hecho posible la síntesis de proteínas en cantidad suficiente para atender las necesidades de la población, permitiendo el cambio del modelo productivo agrícola industrial - sostenido por la economía de mercados hasta su abolición, y responsable de las graves alteraciones de los precios de los cereales básicos, que producía hambrunas en distintas partes del planeta para satisfacer las necesidades de la economía especulativa de los mercados más ricos -, por otro más racional con el medio productivo y las necesidades básicas de la población local de cada territorio.



Una ley nueva, la "Ley de los Derechos y Obligaciones Fundamentales de los animales", logró reorientar la actividad ganadera para intervenir de forma controlada y racional en el equilibrio entre especies, el cuál se había visto afectado por las técnicas de explotación ganadera intensiva e indiscriminada que desfigurarían durante décadas las condiciones propias de los ecosistemas, debido al cambio en las prácticas agrícolas subsiguientes para su mantenimiento. El viejo planeta, azul desde el espacio exterior, resurgió verde en su superficie. Grandes reservas forestales fueron creadas durante décadas para restaurar en los ecosistemas los daños provocados por las técnicas agresivas de la explotación industrial empleadas en épocas anteriores. La tierra se había transformado en un paraíso, pero no para todos y para siempre, sino para aquellos que lo mereciesen por su esfuerzo social y el cumplimiento de las normas. La "cuna" del ser humano se convirtió entonces en un premio por objetivos. Habitar el mayor tiempo posible en la tierra y morir en ella era el mayor logro que podía conseguirse, aunque aquello significaba el principio de las limitaciones y privaciones individuales, que debían ser suplidas de una forma virtual para producir una catálisis que evitara los efectos colaterales de la pérdida de libertades. Pero debido al carácter de la naturaleza humana, del cuál no se habían logrado erradicar del todo sus instintos más primitivos, provocaba que las situaciones virtuales fueran interactivas con el mundo real, lo que derivaba en graves agresiones a las normas del sistema, que eran castigadas con severa dureza. Aquello había llegado a conseguir que exportar presos a la luna fuera de suma importancia para reducir los riesgos derivados del excesivo crecimiento de las poblaciones carcelarias en la tierra.

Su caso nada tenía que ver con todo aquello. El error partía de una relación humana real y física, íntima y casi secreta. No haberla comunicado al sistema para su estudio y regulación, solicitando así consentimiento, era el germen de la deriva final que tomarían las cosas en adelante para conducirlo al desastre. Sin embargo, había sido el carácter arriesgado y peligroso de aquella relación sin autorizar lo que le arrastró a ella con fuerza. La sensación del amor en su relación secreta sabía de otro modo, hacía sentir a su espíritu verdaderamente libre y realizado en los momentos de máxima complicidad. Ninguna fantasía virtual, ninguna de las drogas que había utilizado en su tiempo de ocio fueron capaces de crear una realidad como la que los dos cultivaron con intimidad en sus mentes, hermanas desde entonces para siempre, y que nada ni nadie conseguiría borrar durante el tiempo que durasen sus vidas. 


El hecho de haber condenado al amor a ser un sentimiento más, otro instinto primario de los humanos, y tratar de limitarlo regulando su actividad, provocó más potente su atractivo hasta convertirlo en la adicción más peligrosa para las mentes no preparadas, educadas en el sistema. Una relación humana como la suya suponía una transgresión clara de las normas y una traición al sistema, y aunque no eran excesivos los casos que se producían, eran castigados con dureza para reprimir el gran "efecto llamada" que suponían, que como los de suicidio, podían convertirse en serios focos infecciosos de fácil propagación, como ya había ocurrido. Además el suyo había llegado demasiado lejos, podría pensarse que de no haber surgido entre ambos una vida distinta y nueva, la suya hubiese sido una relación longeva; pero la aparición de aquel nuevo ser dentro del vientre de su amada, algo inesperado, algún error, hizo visible lo que durante tanto tiempo habían sido capaces de ocultar.


Admitía cuánto tiempo había vivido de espaldas a sus sentimientos dejándose llevar por una existencia cómoda, segura y programada; y cómo ahora eran los sentimientos los que le mantenían vivo, el alimento imprescindible para sobrevivir a aquel mundo claustrofóbico y sin salida aparente.
Los recuerdos no borrados de su mente se mostraban como un hilo conductor de sus pensamientos, en los que se sumergía para aislarse de la percepción exterior. Procuraba concentrarse en ellos en los periodos de descanso, no cuando el trabajo, expuesto al riesgo y agotador, precisaba de su máxima atención.


Se había acostumbrado a pensar, algo que nunca creyó que necesitaría un día para sentirse vivo, y comenzaba a calcular las posibilidades reales de escapar. Todavía no conocía a nadie dentro que estuviese allí  por algo parecido a lo que él había hecho. Eran muy pocas, y excesivamente limitadas, las ocasiones que la población reclusa podía convivir junta, y él llevaba allí poco tiempo, demasiado poco para intimar con otro lo suficiente y confiarle algunas de las preguntas que necesitaba contestarse.