El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

domingo, 17 de agosto de 2014

RECOBRAR LA FE.






-Miré a mi alrededor buscando la esperanza de la fe por un futuro mejor, pero mis ojos sólo reconocieron un mundo decepcionante que se levantaba frente a los sueños de bondad.
Dudé del hombre y de Dios, y tras ello certifiqué la duda sobre mí mismo, aquella que acerca al ser al fondo vacío de la insustancialidad, en el transcurso de su tiempo breve.
Y de tanto dudar llegó la revelación necesaria, que me hizo comprender que todo lo que contenía el horizonte no era más que el resultado de la materialización de las pretensiones humanas; muchas equivocadas, otras, imperfectas, algunas extraordinarias, pero todas posibles gracias a la voluntad humana de crear.
Reconocí entonces a Dios en el hombre y me reconcilié con el ser que daba forma a mi cuerpo, con la suerte que acompañaba mi paso por el tiempo, para admitir por fin en mi corazón las eternas palabras: “A su imagen y semejanza.”

Miré de nuevo, pero esta vez al interior de mi consciencia; para poner alas a mis sueños, para entregar mi alma a su dueño, la vida, y contribuir a su valor. Mi fe resurgió intacta, novísima y provocadora, poniendo en marcha la ilusión necesaria para transformar en realidad los anhelos, que sólo habían sido sueños de mi débil voluntad domesticada por la pereza, por la resistencia a desgastarme y envejecer.








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