El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

viernes, 13 de abril de 2012

No cambiaré nada.





No voy a cambiar ahora, pues he llegado hasta aquí nadando contra corriente, agarrándome a la orilla para no ser arrastrado por su furia en los momentos de crecida.

He ocultado mi dolor lo mejor que he podido, a nadie importaba; y no lo desterré de mí para dejarme llevar por la ola de la ambición y del éxito; mas al contrario, me aferré a él y continué la senda que nadie creyó ver. Y el peso de su carga, excesiva para otros, hizo que me mantuviera amarrado ante la corriente impetuosa que conducía a la gran catarata del vacío, que se llevó sus sueños corriente abajo, como a la espuma que surge bajo el torrente y que lentamente se disuelve en el agua que sigue su discurrir imparable.









No, no cambiaré, pues me mantuve sereno en medio de la locura que arrastró a otros hombres a empeñar sus sueños, creyendo que un día los volverían a recuperar. Y acepté su incredulidad, su sorpresa, su risa y hasta su desprecio, porque no quise vender aquello a lo que otros habían puesto precio.
Mi reliquia, mi baratija despreciada sobrevivió al vendaval y se mantuvo después a flote, remansada en la orilla con el agua tranquila, casi inmóvil.









Y seré optimista, creeré más fuerte en mi futuro, ya que pasada la devastadora tormenta todo está por hacer, por reinventar. No me sirve el pesimismo que se ha cernido en las conciencias de quienes no me acompañaron, como no le sirvió a ellas el mío cuando todo les parecía sonreír. Entonces no se podía frenar el desastre sin pesimismo, y ahora este mismo sentimiento impide seguir avanzando.






No hay comentarios: