El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

domingo, 8 de enero de 2012

Hipótesis.









Sí, ya tenemos aquí un tiempo nuevo. No está mal esta costumbre de darnos "un tiempo" para todo. Tal vez, si no fuese así, estaríamos buscándonos a cada poco y eso sí que sería desesperante.


El número es atractivo (2012), su matiz cabalístico lo hace más sugerente, pero a mi las matemáticas nunca me han convencido. ¿Cómo es posible que las ciencias consideradas como exactas trabajen con una cantidad tan grande de hipótesis y variables, y a su vez despejen tantas incógnitas? Me recuerda un poco la obsesión del monigote del Conde Drácula en "Los Teleñecos", aquel famoso programa de televisión para los niños donde los padres se convirtieron en los más fieles seguidores. Como decía, el famoso "Conde" se obstinaba en contar una y otra vez las cosas, y volvía de nuevo a empezar, como si al acabar la cuenta se hubiese olvidado de ella por completo; obsesionado en su tarea, a punto de volverse completamente loco, lo intentaba una y otra vez. Los niños no sabían muy bien a qué se debía aquella manía del famoso personaje, con unos colmillos fofos que no convencían a nadie y aquel aspecto tan compuesto, y esperaban impacientes que apareciera "Coco" montado del revés en su "Jaca Paca". 
Los padres creían que ellos sí lo habían entendido, que se trataba de que los niños se familiarizaran con los números y aprendieran a contar. Aunque ¿para qué? - pensarían los niños - ¿Para convertirse en un personaje tan siniestro y sombrío, malhumorado, solitario y ridículo como aquel, cuyo único afán consistía en contar y recontar como un avaro cada cosa que caía en sus manos?
 No, ningún niño aspira a eso. A los chicos le gustaba el glamour de "La Cerdita Peggy" y a ellas la elegancia del sapo"Gustavo", el reportero más dicharachero "del barrio".
Todos envidiaban la ingenua inconsciencia de "Epi"y admiraban la inagotable paciencia que su amigo "Blas" mostraba con él y que hacía perpetua su amistad. Pero tampoco comprendían bien la desorbitada voracidad de aquel monstruo peludo, que sólo era una boca con ojos y que pretendía tragarse todas las galletas. Pronto todos terminaron cogiéndole cariño pues no asustaba a nadie, y aquella adicción por las galletas acababa siempre poniendo en ridículo y estropeando todos los intentos de terminar algo coherente por parte del resto de los personajes, ya que a menudo aparecía inadvertidamente en sus escenas buscando galletas y poniendo patas arriba todo el decorado, lo que provocaba una situación nueva y desternillante, forzando que todo empezase otra vez.


La vida recomienza con este nuevo tiempo que nos damos y que llamamos 2012; con las mejores intenciones y todos los deseos de que por fin salga bien a pesar de las noticias, que cada día nos recuerdan que existen muchos vampiros que aún se empeñan en enseñarnos a contar, a contabilizar sus ganancias y nuestras pérdidas, para que no olvidemos lo que les debemos. A pesar de que a "Coco" ya se le ha pasado la borrachera y aún no se ha enterado de que quien conduce es su yegua, y que Peggy ha perdido su glamour desde que a Gustavo lo echaran de los estudios de la televisión para los que trabajaba, después de hacerle a ella una entrevista muy poco decorosa y muy escabrosa, y para los tiempos que corren, económicamente escandalosa.


Contamos con todo ello y tenemos el escenario preparado para intentarlo de nuevo; ahora, a quien tememos de verdad es a Triki, ese monstruo que todos llevamos un poco dentro y al que en el fondo comprendemos y perdonamos, que con su ansiedad voraz en todo se mete para no dejar títere con cabeza.









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