El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

martes, 1 de diciembre de 2009

El adiestrador de mandriles.




































Incansables en su curiosidad, regresaron las palabras al aire para preguntar al sentir por la "moralidad" de los hombres. Dudosas, confundidas entre tantas ramas del pensamiento. ¿Cuál, la auténtica moral?


Y el sentir reveló:


- La moralidad es nuestra norma básica de convivencia. Se asienta sobre las bases de las creencias, que con el paso del tiempo se convierten en tradiciones.
Pese a la diversidad de tradiciones, dos son las creencias únicas sobre las que se erige nuestra moralidad: la creencia de que somos perdurables, eternos; que nuestra materia y energía no desaparecen, sino que mutan, y que nuestras acciones repercuten con el transcurrir del tiempo. Y la creencia de que somos limitados, irrepetibles y caducos. Que nuestra existencia se basa en la espontaneidad y la coincidencia, las cuales debemos aprovechar en nuestro favor, pues nunca más volverán a repetirse.


Estos sentimientos reales anidan con fuerza en unos y otros corazones y son encubiertos por la eterna lucha entre el bien y el mal, lo correcto y lo erróneo, lo conveniente y lo perjudicial, lo satisfactorio y lo doloroso.


Muchas veces nos escandalizamos y rasgamos el velo de nuestra lengua, y hasta la furia de nuestras manos cuando creemos que alguien trasgrede las normas, pero raras veces miramos lo que siente nuestro interior. Vemos la corrupción en otros y la envidiamos, mas hacemos condena de ella porque nosotros no podemos alcanzarla.




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