El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

miércoles, 1 de abril de 2009

LA ENSEÑANZA DEL MAESTRO.


- He llegado hasta aquí buscándote y te he encontrado después de mucho caminar, porque quiero seguir tu luz por siempre. Comprendí que eran ciertas tus palabras desde el primer instante que las escuché; en su sentido ha crecido mi proceder, y he venido hasta aquí con todo mi séquito y mis riquezas, que son muchas. Con las mejores intenciones las amasé, con el mayor respeto las disfruto y ahora quiero compartirlas contigo.

-Crees que buscas algo más, pero sólo me quieres a mí. Yo soy el que busco, por eso mi vagar.
Piensas que a mi lado ganarás más y no es cierto, pues en cada momento tendrás que desprenderte de algo de ti mismo; algo que será para otros y que nunca recuperarás con la misma forma. ¿De qué sirve tanto peso para un viaje sin retorno?


Quien amasa riquezas lo hace con el fin de ensanchar su mundo, de ahí que intente llenarlo de propiedades. Yo parto del desprendimiento, no de la captación. Y algo que se mueve sin cesar difícilmente echa raíces.


Sólo el aire que respiramos, el agua que apaga nuestra sed y el alimento suficiente que nos da fuerza para caminar, son indispensables; y no tendremos que inventarlos, pues ya existen. Nada más que lo vital tomaremos.


Si has venido a buscarme, despréndete antes de tu carga. Es necesario que el espíritu sea libre, sin que de él penda ningún peso; el camino es largo y penoso a veces y es necesario que el alma esté ligera y el cuerpo preparado.
Si no es así vuelve tras tus pasos, pues era otra cosa lo que buscabas.
Pero no te desanimes, piensa que un día tus deseos te trajeron hasta aquí para saciarte, y ya nunca necesitarás buscar más.











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