El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

sábado, 25 de abril de 2009

El adiestrador de mandriles. (PLEXUS)


































Mi padre decía que hay hombres que no pueden dormir antes de tramar todo el mal que harán el día siguiente. Y eso mismo me recuerda aquella famosa canción: -"Permitan que me presente, soy un hombre de fortuna y educado"... Creo que él, adelantado a su tiempo dentro de la sociedad mutilada e ignorante a la que pertenecía- mula de carga de todas las épocas-, entendía este mal como una enfermedad, nada divino de por medio; algo consustancial al hecho natural. ¿Pero cómo pensar que la mente asesina no es capaz de percibir el mal antes de ejercerlo de forma irracional? Porque el mal es siempre irracional: nadie quiere ponerse enfermo, nadie quiere sentir dolor. Todos creemos a veces, que mucho de lo que hacemos o no, nos perjudica; pero realmente no buscamos perjudicarnos mientras lo hacemos o nos abandonamos.


¿Es posible la carencia total de conciencia ética?¿Puede la mente ser irracional? Es curioso que sea ésta- la mente- nuestra referencia racional; que encontremos en este órgano la máxima expresión de auto-control de nuestro cuerpo, reconociendo así la existencia de una energía - aún no controlada - que nos dirige a nosotros. ¿Es la misma energía en cada caso la que circula por cada mente, o es la mente la que no es igual en cada caso? Seguro que en este segundo punto sería fácil que llegáramos a un acuerdo. Admitiríamos seguramente variedad de tipos dentro de lo que entendemos por intelecto, incluso ciertas variaciones anormales y atípicas que justificarían que nos entendiéramos. ¿Pero seríamos capaces de admitir que fueran diversas las energías que circulan, o pueden circular, por nuestra mente? Aquí, seguramente, franquearíamos un terreno abonado a la especulación seudocientífica-religiosa, donde con el dedo de una mano trataríamos de tocar el cielo, y la tierra, con el dedo de un pie.






Y nuestra separación no sería mayor que la del imán, que contiene dos extremos que se buscan pero que nunca pueden juntarse; mas al romperse, tienden de nuevo a reagruparse. Porque tanto la religión como la ciencia tienen su base en la fe y las dos imponen creencias. La religión tiene fe y cree en lo que siente y no ve, y la ciencia en lo que ve aunque no sienta.



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