El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

sábado, 24 de enero de 2009

El adiestrador de mandriles.

















- ¿Porqué nos cuesta tanto perdonar, si a menudo es lo que necesitamos de los demás?
¿Porqué sufrimos tanto para arrepentirnos, si es realmente cuando aprendemos y nos renovamos?






















- El perdón y el arrepentimiento nada tienen que ver con la soberbia y el orgullo personal, más bien tienen que ver con la humildad y la capacidad de superación. Desde niños aprendemos- por lo que nos conviene- qué hacemos bien y en qué erramos, distinguiendo entre los premios y los castigos. Pero según crecemos el carácter de nuestro yo tiende a dominarnos y los demás, el resto, son secundarios, pues nuestro ego no admite rivales y entonces todo y todos son responsables de nuestro fracaso.

No siente necesidad de arrepentirse quien cree que todo lo hace bien; ni de perdonar, porque no entra en su razonamiento tener que pedir perdón. Como supone fueron buenas sus intenciones, no se siente responsable de sus resultados. Más la humildad- que surge con la paciencia- es reflexiva, y de ahí nace el arrepentimiento que busca rehacer, no cambiar; regenerar, no crear. Esto es, adaptarse. El error puede no ser reflexivo, nunca el arrepentimiento.



















Y el perdón siempre- aunque como los consejos- hay que darlo a quien lo pide; difícilmente puede sentir el beneficio de su bálsamo quien no cree necesitar curarse.-

















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