El adiestrador de mandriles.

El adiestrador de mandriles.
Diseño de imagen: Manolo García.

sábado, 29 de noviembre de 2008

El adiestrador de mandriles.



Le enseñó su sentir y las palabras hablaron:

- No quisiera ser por ser, sino, por querer ser. Me moriría en el mismo instante de descubrir que mi afán se hubiese resumido en ser, porque para ello habría consumido todas mis ilusiones. Estoy seguro de que no puedo hacerme daño. Todo mi sentimiento es verdadero.

El adiestrador de mandriles

La verdad se encuentra siempre tarde e incompleta.
El dolor se muestra temprano y tiende a lo absoluto.
El amor es eterno, y a menudo tenemos que hacer esfuerzos para sentirlo.










Dos amigos dialogaban una noche sentados a la luz de la luna. El primero en hablar dijo: 
-Me gustaría hablar como tú para que pudieras entenderme, pero mi expresión es pobre, y aunque son muchas las cosas que quiero decirte, siento que nunca podré hacerlo del todo.
El otro amigo le contestó emocionado: 

-Puedo jugar con las palabras, inventar lo que no sé. Pero juro que no tengo nada que merezca la pena contar. Enséñame tu sentir, que mis palabras hablarán por ti.







El adiestrador de mandriles.



Nunca antes aprendimos tanto ni tan deprisa:

nuestros ojos han crecido y miran más allá de las estrellas. Y su mirada es tan penetrante, que ni el más pequeño de los átomos escapa a su observación.



A través de una lente espiamos el discurrir de la vida y jugamos a recrearla. Analizamos su complejidad con el único fin de poder controlarla, y hasta llegamos a creernos Dios. Pero a pesar de los triunfos no tenemos el control.
La vida es mutación, nebulosa que fluye y refluye constantemente.